Hace algunos días, Albert Rivera dijo que las personas de más de 35 años no estaban capacitadas para llevar a cabo la regeneración democrática. Hemos pasado de un elogio de la experiencia a un elogio de la inmadurez.La experiencia de la vida nos hace, pues, más sabios o más miserables. Los filósofos antiguos distinguían entre la ciencia y la prudencia. Pero la experiencia puede ser a la vez necesaria y limitadora. Todos tendemos a establecer hábitos, rutinas, marcos de interpretación que se vuelven rígidos y que pueden acabar admitiendo sólo aquellas experiencias que corroboran los propios prejuicios. Carecen entonces de flexibilidad, de sentido crítico, de capacidad para comprender las novedades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario